viernes, 11 de enero de 2013

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He vuelto a las andadas. Vuelvo a ser la misma chica que tenía por compañeras botellas de Jack Daniel’s, noches de fiesta interminables y cualquier canción que se pudiera bailar. La chica que no se comprendía ni a sí misma. Vuelvo a ser la que llegaba a casa de madrugada con los tacones en la mano, el pintalabios fuera de lugar y las medias rotas a mordiscos. Esa que necesitaba un cigarro para evadirse del mundo y dos chutes de felicidad para poder volver a él. Vuelvo a ser la chica que no tenía miedo de que la vida fuese a doscientos kilómetros por hora porque siempre pensó que algún día tendría que parar. Vuelvo a ser ella, la que se inventó el mundo perfecto en las nubes pero siempre tuvo los pies en la tierra. Pero nena siento decirte que aunque vuelvas a las andadas nada será como antes, porque ahí están las penas que intentaste ahogar en alcohol, intactas, más fuertes que nunca, preparadas para romperte el corazón a la primera de cambio, preparadas para recordarte que estás viva.

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