Todo se desvaneció.
No quedaron ni los suspiros de volver a verle, ya no quedaba nada en la vida.
Sólo tras la cortina de los pensamientos quedaba un hilo de voz que gritaba imperceptiblemente su nombre, todo lo demás ya no existía.
Creía que todo volvería. Que de un instante a otro no estaría vacía, pero mis efímeros sentimientos se habían esfumado.
Sentí rabia al pensar que no volvería a amar, pero una leve sonrisa se expandió en mi cara al comprender que nadie más me haría daño.
Que tantas malas experiencias dan lugar a un corazón roto, en mi caso, este ni siente, ni padece.
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